Autora: Dra. Sara Ferreiro Carballal.

     En los bosques tropicales de América Central y del Sur vive uno de los animales más singulares del planeta: el perezoso. Su ritmo pausado y su aparente tranquilidad esconden una historia evolutiva fascinante y también un serio desafío para su conservación.

     Hoy existen siete especies vivas de perezosos, divididas en dos grupos: los de tres dedos (Bradypus) y los de dos dedos (Choloepus). Aunque se parecen mucho, están separados por más de 30 millones de años de evolución. Ambos pertenecen al superorden Xenarthra, junto a los osos hormigueros y armadillos, un grupo de mamíferos con características muy antiguas.

Perezosa rescatada del comercio ilegal de fauna, utilizada para selfies, rehabilitada y liberada, viviendo en libertad, criando a su quinto bebé

     Los perezosos tienen adaptaciones únicas: un metabolismo lento, una temperatura corporal variable y un pelaje que alberga algas e insectos, formando un pequeño ecosistema. Estas curiosas estrategias les permiten sobrevivir casi toda su vida colgados de las ramas del bosque tropical.

     Sin embargo, son infinitamente vulnerables a la fragmentación del hábitat. Al depender de bosques continuos y conectados, cualquier carretera, tala o pérdida de cobertura forestal puede significar una barrera imposible de superar.

LOS PEREZOSOS DE COSTA RICA

     En Centroamérica encontramos solamente una especie de perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmanni) y una de tres dedos (Bradypus variegatus). Ambas viven en Costa Rica, un país donde estos animales se han convertido en símbolo de la vida silvestre tropical.

     Durante los últimos diez años, dos organizaciones han liderado el estudio y la conservación de los perezosos en su hábitat natural: el Instituto del Perezoso (en el Pacífico y el interior del país) y la Fundación para la Conservación del Perezoso (en el Caribe).

     Ambas utilizan técnicas de radiotelemetría, colocando pequeños collares transmisores en individuos silvestres para seguir sus movimientos y conocer mejor los retos que enfrentan. Esta información ha permitido diseñar estrategias de conservación más efectivas, como la instalación de puentes de cuerda.

     Cada día del año, perezosos llegan a los centros de rescate del país. Muchos son víctimas de electrocuciones, atropellamientos o ataques de perros domésticos. Otros quedan huérfanos al caer de los árboles o perder a sus madres. Lamentablemente, no todos sobreviven y, entre los que lo hacen, solo una parte logra volver a la naturaleza. Por eso, el Instituto del Perezoso ha centrado gran parte de su trabajo en seguir de cerca a los perezosos rehabilitados o criados desde bebés, para comprender si realmente pueden readaptarse a la vida silvestre y qué condiciones necesitan para lograrlo.

     Conservar a los perezosos no es solo proteger a un animal carismático; es también preservar los bosques tropicales de los que dependen tantas otras especies, incluyéndonos a nosotros mismos. Por eso, ambas organizaciones trabajan en proyectos de reforestación y educación ambiental que buscan restaurar los corredores biológicos perdidos.

Estudios en perezosos silvestres, hembra embarazada con radiocollar, interactuando con un macho.

Perezoso rescatado y rehabilitado tras una amputación, viviendo en libertad.

     Más allá de su importancia ecológica, los perezosos tienen algo que enseñarnos. En un mundo que se mueve cada vez más rápido, ellos nos recuerdan la paciencia, el equilibrio y el arte de ir despacio. Su forma de vida, tan opuesta al ritmo humano moderno, nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el tiempo y con la naturaleza.

Conservar a los perezosos es también una forma de recordarnos que la lentitud puede ser una fuerza, y que a veces, avanzar con calma —en equilibrio con el entorno— es la manera más sabia de seguir adelante.

Dra. Sara Ferreiro Carballal.

Autora: Dra. Sara Ferreiro Carballal.

COLABORADORES:

  • Instituto del Perezoso.
  • Fundación para la Conservación del Perezoso.