Taguá es uno de los tantos nombres que recibe el Parachoerus wagneri, también conocido como Pecarí Quimilero, Chancho Quimilero o Pecarí del Chaco. Su afición por los frutos y pencas del “quimil”, un cactus nativo de los bosques xerófilos del Chaco Seco, le valió su nombre en toda la región.

La especie es endémica de la Ecorregión conocida como “Gran Chaco” -ubicado en Argentina, Paraguay y Bolivia-, particularmente del sector central y occidental de la misma, que abarca el Chaco Seco o semiárido y el Chaco Árido; por lo tanto, se lo encuentra casi exclusivamente en bosques chaqueños primarios en buen estado de conservación. Lamentablemente, esta región ha perdido, en las últimas décadas, más del 20 % de sus bosques originales, siendo el monte nativo reemplazado por cultivos y pasturas, con lo cual, el hábitat óptimo disponible para la especie, se ha reducido drásticamente y sus poblaciones han sufrido retracciones preocupantes.

El Chaco Árido del noroeste de Córdoba (provincia del centro de Argentina) no escapa a esta situación ambiental preocupante. El “redescubrimiento” en el año 2017 del Taguá en esta zona junto a valores histórico-culturales, impulso en gran medida la creación del Parque Nacional Traslasierra, que sumado a la Reserva Nacional Traslasierra, protegen poco más de 100.000 hectáreas de superficie. Y junto al Parque Natural Provincial y Reserva Forestal Natural Chancaní de poco más de 4.900 has, se erigen como uno de los últimos bastiones de biodiversidad del noroeste provincial. Además, y gracias al compromiso de propietarios privados y organizaciones de la sociedad civil, muchos campos vecinos a estas áreas protegidas, se convirtieron en refugios para la fauna y flora nativa, y albergan la esperanza de lograr un corredor de conexión de ambientes para el Taguá y tantas otras especies típicas de la región.

Las Mesillas, una propiedad de 5.411 has, ubicada en el noroeste de Córdoba, lindera al PN Traslasierra, es próxima a ser adquirida por la Fundación Biodiversidad a través del programa de financiamiento de la organización internacional World Land Trust. La misma se convertirá en un área importante de conservación en la región y será el puntapié inicial para lograr un corredor de propiedades que garanticen la continuidad ambiental de toda la región del chaco seco cordobés. Este corredor de conservación garantizará la subsistencia de la población de Pecarí quimilero, que según las opiniones de los investigadores cordobeses que lo volvieron a registrar en la zona, creen que esta población podría estar aislada genéticamente del resto de la especie, lo que genera un compromiso urgente para lograr estudiarlo y tomar acciones concretas para su conservación; la especie, auspiciosamente, fue registrada dentro del predio de la Reserva Las Mesillas, luego de un trabajo de relevamiento preliminar de varios meses de duración llevado a cabo por técnicos de la Fundación Biodiversidad, quienes lograron captar su presencia en cámaras trampa instaladas en el predio, además de ser referida en entrevistas con pobladores vecinos.

Pero no solo el “Taguá”, especie considerada En Peligro según la categorización internacional de la UICN y según la Categorización vigente en Argentina, se verá beneficiada de esta iniciativa de conservación: las últimas poblaciones de Guanacos chaqueños (Lama guanicoe), especie otrora muy abundante en los bosques de la región, sobreviven actualmente en las zonas más áridas y salitrosas de la región; el Águila Coronada o Águila del Chaco (Buteogallus coronatus), una de las rapaces más amenazadas del continente; el escaso y poco estudiado Pichiciego menor (Clamyphorus truncatus), un armadillo que cuenta con escasos registros para el país; y la Boa Arcoiris (Epicrates alvarezi), considerada Amenazada a nivel nacional, un habitante típico de los bosques chaqueños.

Así, utilizando al Taguá como especie emblemática de la región, esta iniciativa pretende proteger los últimos relictos de bosque chaqueño en una provincia que ha sufrido grandes transformaciones ambientales en las últimas décadas.

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