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La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación considera que la Seguridad Alimentaria ocurre cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo.
En la Amazonía, la extracción anual de carne de animales silvestres constituye un pilar fundamental para la Seguridad Alimentaria de sus poblaciones rurales, suponiendo una fuente esencial de proteína animal, micronutrientes e ingresos económicos y una red de seguridad en periodos de crisis. Además, su disponibilidad sostenible en el tiempo es factible siempre que se combine con estrategias de conservación racionales y culturalmente adaptadas. No obstante, la presión de la caza ha aumentado considerablemente en los últimos años debido al crecimiento de la población humana, el mayor acceso al bosque, la creciente integración a la economía de mercado, el comercio urbano, el uso de tecnologías de caza modernas eficientes y la erosión cultural. La sobrecaza conlleva el declive de determinadas especies silvestres, principalmente grandes y medianos mamíferos, con la consecuente degradación ecosistémica, y un riesgo de inseguridad alimentaria. El uso sostenible de la fauna silvestre, por lo tanto, puede y debe contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible como estrategia esencial dentro de la Seguridad Alimentaria y de la Seguridad Sanitaria.
Las enfermedades transmitidas a través de los alimentos, y específicamente las relacionadas con los animales silvestres, son una preocupación global a nivel de salud pública y conlleva importantes costes económicos asociados. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud estima que estas enfermedades provocan anualmente 600 millones de casos y 420 000 muertes. La pandemia causada por el COVID-19 ha despertado el interés por conocer los riesgos de transmisión de enfermedades infecciosas emergentes, pero no ha priorizado la incidencia constante y regular que las enfermedades alimentarias ejercen sobre las poblaciones rurales. La exigencia es mínima: sólo la implementación de prácticas higiénicas básicas sería por sí mismo suficiente para mejorar significativamente la calidad sanitaria de la carne de monte.
La Conservación de la Biodiversidad y la Seguridad Alimentaria pueden reforzarse mutuamente, siempre que el uso de los recursos faunísticos sea racional y de acorde a la capacidad natural de reposición. Sin embargo, aunque en la región amazónica existe un uso sociocultural de la fauna a través de la caza, sorprende el desconocimiento que aún existe alrededor de la magnitud e importancia de este consumo.
En los últimos años han surgido opiniones con fuertes sesgos emocionales, pero con escaso sustento científico, que ignoran los contextos socioculturales locales, y que se han posicionado en contra del manejo de la fauna silvestre, aunque éste sea racional y sostenible. En ocasiones, estas opiniones son utilizadas como herramientas políticas por entidades con capacidad de influencia sobre la decisión de gobiernos locales y nacionales, y pone en duda la resiliencia de los sistemas sociobiológicos tradicionales. Esta corriente de opinión se ha reproducido con el tiempo y obliga a dar respuestas.
El conocimiento limitado sobre las enfermedades, la sostenibilidad y el potencial nutricional de la carne silvestre se debe a limitaciones logísticas para obtener material biológico para la identificación de patógenos y la comprensión de los patrones de uso. Superar estas limitaciones requiere enfoques creativos, participativos, multidisciplinarios y multi geográficos para generar información clave para la toma de decisiones a nivel nacional y regional. También se propone alejarse de los modelos antropocéntricos y adoptar enfoques de desarrollo ambientalmente más armoniosos, como la Salud Planetaria y el Buen Vivir (Sumak kawsay) o Vivir Sabroso. Es esencial reconocer y abordar estos desafíos.
Dr. Pedro Mayor
contacto: mayorpedro@hotmail.com